Pecados Nocturnos by Tami Hoag

Pecados Nocturnos by Tami Hoag

autor:Tami Hoag
La lengua: es
Format: mobi
publicado: 2010-01-24T19:36:06+00:00


da de St. Peter, y tampoco dejó el cuaderno sobre el coche de Mitch. Podría llevamos a la persona que lo hizo.

Steiger la miró como si les hubiera propuesto que se pusieran pantallas de lámparas sobre las cabezas y bailaran una contradanza.

–¿Cómo demonios vamos a realizar una vigilancia en un lugar de este tamaño? Yo tomo un aperitivo a las siete y todo el mundo en Deer Lake lo sabe cinco minutos después.

–Eso probablemente no tiene nada que ver con el tamaño del pueblo –le contestó Megan con toda la intención.

–La casa que está frente a la de Olie está vacía –comentó Mitch mientras se ponía de pie para caminar–. Arlan y Ramona Neiderhauser pasan el invierno en Brownsville, Texas. Puedo conseguir que entremos.

–¿Y qué sucede cuando Olie salga de allí? –preguntó Steiger–. No hay forma de seguir a alguien en Deer Lake sin que se dé cuenta.

–Haremos la vigilancia de noche. Usaremos automóviles particulares. Nos quedaremos bastante lejos, con las luces apagadas. Si nos descubre, estamos perdidos, pero si no lo hace quizá nos guíe hasta Josh.

–Es un gusano. Yo digo que si lo detenemos nos dirá lo que queremos –afirmó Steiger.

–¿Y si no lo hace? –preguntó Mitch–. ¿Y si tiene un cómplice? Detenemos a Olie, el compañero se asusta, y Josh muere.

Mitch oprimió el botón del intercomunicador.

–¿Natalie? ¿Podrías llamar a Arlan Neiderhauser? –se volvió hacia el alguacil–. Tenemos que arriesgarnos, Russ. Si no funciona, aún tenemos las órdenes.

–Una maldita pérdida de tiempo, eso es lo que es –gruñó Steiger.

–Es un riesgo para recuperar a Josh vivo y atrapar a sus secuestradores con las manos en la masa –

Mitch miró su reloj e hizo algunos cálculos–. Olie está en su trabajo desde las tres hasta las once. Pondré

un hombre afuera ahora, por las dudas. Reunamos a nuestros equipos y encontrémonos en la sala de operaciones a las ocho. Steiger salió de la habitación refunfuñando. Megan resopló cuando él cerró la puerta con un golpe.

–Está que trina.

–Que le den por saco.

Mitch se olvidó de Steiger y salió de atrás de su escritorio.

–Buen trabajo policial, agente O'Malley. Hace dos años que estoy en el pueblo y no sospeché nunca de Olie Swain; tú hace cinco días que estás y has sabido que es un abusador de niños. Demonios, casi le firmo un cheque. –Megan frunció el entrecejo al escuchar la autorecriminación.

–Tenía una licencia de conducir válida con un nombre falso. Tú hiciste tu trabajo. Yo sólo avancé un paso más... y no esperaba ver a Olie el viernes a la noche y observar un tatuaje en sus nudillos. Tuve la corazonada de que se lo habían hecho en la cárcel. Resultó. Tuve suerte.

–La suerte no tiene nada que ver con esto –murmuró Mitch–. Eres una buena policía. El sentimiento no era muy íntimo, pero Megan igual se sintió complacida. El hecho de que él lo dijera casi de mala gana; que no le agradara que lo sobrepasaran, hacía que el elogio fuera más dulce.

–Gracias, jefe.

Mitch advirtió su incomodidad. El hecho de que ella tratara de ocultar su orgullo tras la indiferencia lo conmovió.



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